La Iglesia Católica a través de su máxima autoridad en Argentina, el Cardenal Jorge Bergoglio, manifésto su profundo pesar contra el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que decidió no apelar el fallo judicial que autorizó el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Del mismo modo reaccionaron algunos sectores de la iglesia evangélica tales como el presidente de FECEP (Confraternidad Evangélica Pentecostal) y el presidente de ACIERA (Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas).
Curiosamente ambos líderes evangélicos apelaron a argumentos ajenos a la tradición evangélica protestante, como el concepto no bíblico de ley natural, enraizado en las filosofías paganas del neoplatonismo y del estoicismo griegos, y absolutamente ajenas a la raíz judía y apostólica. Cuando el argumento bíblico no alcanza, se alinean con el catolicismo romano cuya tradición tanto han criticado.
Hugo Baravalle de ACIERA refirió a los actos homosexuales como intrínsecamente desordenados, una expresión que también pidió prestada del anterior Papa.
¿Entenderá Baravalle algo acerca del significado de la orientación sexual y de la naturaleza homosexual? Como casi todos ellos hablan sin saber, y jamás ni siquiera han intentado calzar los zapatos de un cristiano gay que ama a Dios y que -como todos ellos que se casaron bien jovencitos porque necesitaban expresar su energía sexual reprimida por la idea de pecado- también tienen la necesidad de enamorarse, encontrar un compañero/a para la vida y establecer relaciones sanas, responsables y comprometidas, como correspondería a un buen cristiano.
(información obtenida del diario La Nación)
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