El matrinonio otorga a los contrayentes muchísimos derechos, por citar los más comunes, el derecho a la obra social, a la pensión, a la herencia, etc. Pero fundamentalmente para aquellas personas que hoy están excluidas del matrimonio, ese derecho significa algo tanto o más importante: el reconocimiento de la dignidad como seres humanos que podrá poner fin al ostracismo, la marginación, la diecrimimación y la injusticia social hacia gays y lesbianas.
El siguiente pasaje es parte de un artículo publicado por María Rachid, presidenta de la Federación Argentina GLBT:
"Pero el reclamo por el derecho al matrimonio, el reclamo por ser reconocidos y reconocidas iguales ante la ley no se trata sólo de estos importantísimos derechos que pueden volverse fundamentales en la vida de quienes quizás no sean tan afortunados.
Se trata de que el Estado nos considere iguales en derechos, y deje –de una vez por todas- de legitimar la desigualdad social que vivimos lesbianas, gays, bisexuales y trans en nuestras vidas cotidianas.
Porque si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, quizás mi papá, por ejemplo, que hace más de diez años que no me habla, no pensaría que soy tan diferente.
Porque si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, quizás los niños en las escuelas no serían tan violentos con otros niños por considerarlos tan diferentes.
Si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, quizás algunos adolescentes no sean echados de sus casas porque sus familias los consideran tan diferentes.
Si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, quizás algunas personas no serían despedidas en sus trabajos porque sus empleadores los consideran tan diferentes.
Quizás, también, si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, algunas personas no insultarían a otras en la calle por considerarlas tan diferentes.
Porque si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, quizás algunas personas no perderían a sus hijos, a sus padres, o a algún familiar… porque estos los consideran tan diferentes.
Quizás incluso, si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, no habría códigos contravencionales que criminalicen la homosexualidad y el travestismo en siete provincias argentinas, ni policías coimeando, persiguiendo, torturando y a veces asesinando a gays, lesbianas, bisexuales y trans… por considerarnos tan diferentes.
Quizás, incluso, si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, el padre de la novia de Natalia Noemí Gaitán no la hubiera asesinado por el sólo hecho de rechazar la idea de que su hija sea, para él, tan diferente".
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