¿Cómo cree la sociedad en la que vivimos, esa que nos ha formado desde nuestra más tierna infancia sobre la homosexualidad?Algunos de los calificativos que se me ocurren (y que he escuchado por demás miles de veces desde hace años) son los siguientes:“Los homosexuales (porque además, siempre somos “los”… parece que a la sociedad le dá más morbo hablar de “los” homosexuales que de “las” homosexuales) son enfermos, pervertidos, promiscuos, drogadictos, afeminados (en este caso hacen la salvedad de las lesbianas y dicen que ellas son machonas), se visten bien, tienen plata y si no la tienen aparentan, son mentirosos, escandalosos, gritones, poco dignos de confianza aunque buenos amigos de las mujeres, dan buenos consejos, son sensibles, excelentes artistas, divertidos, graciosos, están de moda, están obsesionados con el sexo…” y la lista podría seguir.La mayoría de las ideas que socialmente recibimos acerca de la homosexualidad son negativas y peyorativas, sin embargo, en estos últimos años, por lo menos en la ciudad de Buenos Aires, han surgido nuevas ideas sobre la homosexualidad, mucho menos negativas pero que siguen sin respetar las individualidades y generalizando.Nosotros vivimos en esta sociedad, en esta cultura, en esta ciudad y rodeadosas y transpasados/as por estas ideas generalizadoras y despersonalizantes que nos marcan desde nuestra infancia y que en muchos casos determinan quiénes somos, cómo nos movemos, cómo pensamos y qué cosas logramos, pero sobre todo, marcan lo que no logramos, lo que no alcanzamos y aquellas cosas para las que no nos damos permiso.Si hemos crecido pensando que ser gay o lesbiana es una abominación, un pecado digno del infierno, probablemente a la hora de vivir nuestra sexualidad lo hagamos marcados por estas ideas retrógradas y de rechazo y establezcamos relaciones que nos aseguren que estas ideas se realicen, relaciones que nos aseguren el castigo y el sufrimiento resultado de la culpa.Entonces, vamos a encontrarnos con muchas personas homosexuales que se amoldan a estos principios, a estos moldes, que porque son gays, lesbianas, trans o bisexuales suponen que tienen que encajar en esas ideas sociales.Y ahí es donde aparecen esas personas que hacen exactamente eso que todos dicen que hacemos las personas homosexuales, no tanto por el deseo de hacer esas cosas o como parte de la decisión privada de la persona sino como respuesta a esos principios que se les han inculcado.Nuestra orientación sexual es parte de nuestra identidad pero no la determina ni la configura.Ser gay o lesbiana no define ni determina lo que decís ni cómo lo decís.No tiene, o no debería tener nada que ver con tus gustos musicales, alimenticios ni literarios, ni con tus preferencias a la hora de divertirte.Tu orientación sexual nada tiene que ver con tu género, son dos cosas diferentes, por lo tanto, que seas gay no tiene nada que ver con lo femenino ni quer seas lesbiana tiene algo que ver con lo masculino.Yo no soy gay porque quisiera ser una mujer o porque me sienta femenino sino, simplemente, porque me siento atraído romántica y sexualmente SOLO por personas de mi mismo sexo, nada más.Eso nada tiene que ver con lo femenino o lo masculino. Ser gay o lesbiana tampoco determina tus preferencias sexuales con la persona que tenés al lado ni determina un rol particular en una relación sexual.Por eso es que la orientación sexual no es identidad… forma parte de la identidad de todas las personas pero no la define ni delimita.Y entonces me pongo a pensar en esta manía de pretender que todos somos clones, que si uno es gay es idéntico a todo el resto de gays, que si uno es evangélico es igual a todos los demás evangélicos, que si uno es argentino es igual a todo el resto de los argentinos.Y sí, puede ser que uno comparta características similares con su entorno pero la realidad es que, en cuestiones de identidad cada persona es un universo y es cada individuo quien elige de qué manera moldear su identidad.Justamente era a eso a lo que quería llegar.Somos seres humanos, a parte de eso, no debiera haber otra generalidad posible.Esa es nuestra identidad central… somos seres, cosas, agentes vivos, que respiran, que piensan, que en muchos casos ven, que en muchos casos oyen.Compartimos una educación y unas costumbres con otros seres humanos, un idioma, una sociedad, una cultura particular, pero ninguna de esas cosas debiera representar el fundamento de nuestra identidad.Tenemos una religión muchos de nosotros/as, que sostenemos, pero tampoco nuestra religión debiera definir nuestra identidad personal… entonces, ¿qué es lo que debiera servirnos como modelo superior para desarrollar una identidad individual pero sana y positiva?A mi humilde entender, creo que la validez de nuestra identidad radica en lo que creemos, en quién creemos, en dónde está depositada nuestra fe, en cómo nos vemos a nosotros/as mismos/as, al mundo que nos rodea y a la mismísima deidad.Por eso, me parece, si nuestra fe está cimentada en el amor, en un Dios de amor, seguramente aprenderemos a amarnos a nosotros/as mismos/as y a los y las demás del modo que El nos ha amado.Y cuando es el amor lo que nos moldea, lo que nos caracteriza y lo que desarrolla nuestra identidad entonces sin dudas aprenderemos a desarrollarnos desde ese mismo amor y maduraremos un temperamento y una identidad sustentados en ese amor.No es una cuestión de religión, es una cuestión de principios.Porque todo lo que nace y parte del amor es siempre intrínsecamente bueno, sano y positivo.Haceme caso, declarale la guerra a los clones, sé vos mismo/a, animate a ser diferente y celebrá las diferencias de los y las demás.
Ezequiel Martín
Coordinador
www.cegla-argentina.com.ar